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martes, 21 de julio de 2009

CONVOCADA A LA CASA DEL PADRE



JULIO 22 DE 1981 -JULIO 22 DE 2009





Esta es la fecha en que Madre María Inés Teresa Arias Espinosa, fue convocada a la casa del Padre y ella pudo decir: He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe. Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel Día me entregará el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación. (2 Tim 4, 7 – 8).


Es el 22 de julio de 1981. Una tarde serenísima. Una casa pequeña, antigua. En los árboles, las aves entonan sus cánticos de alabanza y gloria a su Creador. Todo es sensación de paz, serenidad, recogimiento… invitación constante a la meditación, a la unión de la criatura con su Creador. En la capilla, la comunidad reza las vísperas de santa María Magdalena, la amadora de Jesús, se canta el Magnificat. Contemporáneamente a todo esto, en una habitación contigua a la capilla hasta donde llegan los cantos y a través de los árboles y la ventana los últimos rayos del sol, se consuma definitivamente una llamada y una promesa, una consagración, un encuentro largamente deseado aunque nunca pedido: La Madre María Inés-Teresa Arias, fundadora de la congregación de Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento, siendo exactamente las siete de la tarde, en un más intenso acto de amor, entrega su alma en manos del Padre a Quien tan tiernamente amó toda su vida, en perfecta donación, como víctima de holocausto en unión con el Hijo por el Espíritu Santo para gloria de Dios y salvación de las almas.


Sus últimas palabras, unos minutos antes del acto supremo: «Sí, hemos terminado, gracias a Dios…» el corazón que tanto había amado a Dios y a las almas había dejado de latir después de nueve meses de gravedad, ofreciendo sus sufrimientos a Dios por la Iglesia, por el Santo Padre y el mundo entero, en continuos actos de amor y repitiendo su jaculatoria: «que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero» Tres días antes, como presintiendo que su tránsito estaba por realizarse, había dicho: «sólo quedan tres días de gracias», porque ella llamaba «gracia» al sufrimiento. Y exactamente tres días después abandonaba esta tierra para volar al cielo a los brazos del Padre quien la esperaba con los brazos abiertos. Así se realiza en ella, después de haberlo vivido, aquello que Ella misma escribiera sobre la muerte de una Misionera Clarisa: del altar de su propio sacrificio ha pasado la víctima dichosa al altar del cielo, al altar mismo de Dios tan bueno que llena de alegría su juventud. …para cantar alegre en seguimiento del cordero, ese cántico nuevo del amor, que sólo las almas vírgenes podrán cantar»



De la página de las Misioneras Clarisas http://www.misionerasclarisas.com/

1 comentario:

  1. Querida Jóse
    No cabe duda Dios y Madre María Inés te escogieron para esta hermosa labor, les agradezco infinito el haberme puesto en tu camino, no tengo palabra para agradecerte todo tu esfuerzo y empeño para que el inmenso amor a Jesús y María que llenaba a Tía Manuelita sea conocido. Dios te llene de bendiciones al igual que a tu familia.

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