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jueves, 31 de diciembre de 2009

ORACIÓN DE FIN DE AÑO 2009

Cada año, Señor, hacemos un recuento de nuestra vida en el año que termina, miramos atrás y no podemos más que caer de rodillas en acción de gracias por todas las bendiciones y beneficios que recibimos de Tí.
Hoy no puede ser de otra manera, la palabra gracias solo tiene sentido si la situamos en tu Corazón. La Gracia, el don, vienen siempre de ese centro de amor que es tu Sagrado Corazón.

Quiero agradecerte, además de todas las cosas visibles y materiales por las que sentimos tu presencia, como la propia vida, la salud, la amistad, la familia, el paisaje, la luna, el sol y las mil y un cosas que acariciaron nuestros sentidos, quiero decirte gracias, muchas gracias Señor, sobre todo y ante todo por la fe, por tu Gracia que se  ha derramado en mi y en el mundo por tu Eucaristía, por el Sacramento de la Reconciliación, por el don inmerecido del Sacerdocio, por cada uno de los Sacramentos que nos dan tu vida y son nuestra salvación.

Por tu mirada compasiva, por tu mano protectora, por el ángel que me cuida, por darnos el privilegio de orar para mantenernos en comunicación con tu Misterio haciéndote cercano, cálido y cariñoso con tus criaturas. Por tu Madre Santísima que nos escucha, nos mira y nos ama con su inigualable amor de Madre. Por la Iglesia, que es mi casa y familia. Todas estas cosas y más que desconocemos, pero hacen su efecto en nosotros, son intangibles pero mas reales que la propia realidad. Por eso, Señor, mi Señor, gracias.

A este acto de gratitud solo corresponde un profundo acto de contrición. Perdón, Señor, por mi incapacidad para entender lo que debo realmente agradecer, perdón, porque no he sabido verte en mis hermanos los hombres desde los cuales me mirabas y esperabas mi amor. Perdón por las veces que te recibí en la Eucaristía y no supe adorarte. Por las veces que me confesé sin hacer un acto de contrición perfecto sino por el temor al infierno. Por no rezar con devoción, por desesperarme ante la adversidad sin confiar en tu Divina Providencia, por todo lo que te ofendí y ni siquiera me di cuenta.

Señor, si hago el recuento de lo que debo agradecer y lo que tienes que perdonar, me alegra saber que tu Misericordia es mayor que mi pobre gratitud y que mis muchos pecados. Mira dentro de mi alma, busca, Señor, tu reflejo en mi para que pueda ser digna de decirte hoy y siempre: Te amo, te quiero, te alabo Señor, mi Señor y mi Dios. Amén

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