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viernes, 15 de enero de 2010


Padre, tú eres bueno.

Tú que gobiernas el Universo y
dispones de todas las cosas
con firmeza y suavidad.
Tú que eres Dios con nosotros.
Tú que eres dueño de la vida y de la historia.
Tú que llevas grabado en tu corazón
los rostros de cada uno de tus hijas e hijos.

No olvides a tu pueblo de Haití
desfigurado, pobre y vulnerable,
que hoy sufre, muere, llora,
vaga sin sentido por las calles
que no puede esperar más
y clama por tu Nombre.

Muéstrales tu ternura
y abraza su dolor.
Transforma esta tragedia
donde tus hijos forman aceras
y montañas de muerte.

Convierte la desolación y agobio
en un paisaje de esperanza,
y en medio de esta confusión
broten fuentes de solidaridad organizada.

Que el esfuerzo de las naciones
se armonicen como signo de tu presencia
y guíanos por sendas fraternas.

Nos confiamos a los brazos de María
que recibió a tu Hijo al descender de la cruz.
Por su intercesión,
permite que en la aflicción de tu pueblo,
ella mantenga viva la esperanza
hasta el gozo de la resurrección.

¡Sea un nuevo Haití que tenga nueva vida en Cristo!
Te lo pedimos por tu Hijo y tu Espíritu de Amor. Amén

Padre Nuestro y Ave María.

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