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lunes, 30 de agosto de 2010

MISIÓN CONTINENTAL. Inmersión

Todo lo que haces como discípulo y misionero te pide que lo sientas por dentro. No puedes quedarte sólo en lo externo, ni cuando eres un discípulo que acoges el llamado, ni cuando transmites la salvación como misionero.

Necesitas inmersión: sumergirte ante todo, en el misterio de Dios, que te trasciende y sobrepasa. Sólo quien se sumerge queda empapado, para poder comunicar sin esfuerzo lo que vive. Sólo si estás inmerso en el misterio de Dios, tendrás ojos dispuestos para descubrir su presencia en tí mismo y en los demás, en los acontecimientos de la vida, en la naturaleza... Él es más íntimo a ti que tú mismo. Sólo si te sientes poseído por Dios podrás transmitirlo como vida para el hombre.

La expreriencia profunda de Dios es tu mejor garantía de buen discípulo y misionero. También aquí se cumple el refrán de "que nadie da de lo que no tiene". Vívete en Dios y desde Dios, y toda tu existencia cobrará una luz nueva en medio de tantas oscuridades.


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