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viernes, 21 de enero de 2011

4o. DÍA ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS 2011

Lecturas

Isaías 58, 6-10 ¿No es compartir tu alimento con el hambriento?
Salmo 37, 1-11 Confía en el Señor y haz el bien
Hechos 4, 32-37 Todo lo disfrutaban en común
Mateo 6, 25-34 Antes que nada, buscad el reino de Dios


Comentario: La continuidad con la Iglesia apostólica de Jerusalén se manifiesta en “la asiduidad en la enseñanza de los apóstoles y la comunión fraterna, en la fracción del pan y la oración.” La Iglesia actual de Jerusalén nos recuerda, no obstante, las consecuencias prácticas de tal asiduidad: el compartir. Los Hechos de los Apóstoles afirman simplemente que “todos los creyentes vivían de mutuo acuerdo y todo lo compartían. Hasta vendían las propiedades y bienes, y repartían el dinero entre todos según la necesidad de cada cual” (Hechos 2, 44-45). La lectura que hacemos hoy del libro de los Hechos vincula este compartir radical al “testimonio dado por los apóstoles a la resurrección de Jesús, el Señor, con toda firmeza, y se los miraba con gran simpatía” Más tarde, los perseguidores de la Iglesia, en el Imperio romano, observarán con una clara perspicacia: “Mirad cómo se aman”.

La vida de los cristianos de la Jerusalén actual se caracteriza por un compartir similar de los recursos. Es una señal de su continuidad con los primeros cristianos; es también una señal y un reto para todas las Iglesias. Conecta la proclamación del Evangelio, la celebración de la Eucaristía y la comunión fraterna de la comunidad cristiana con una igualdad y una justicia radicales respecto de todos. Hasta el punto que este compartir pasa a ser un testimonio de la resurrección del Señor Jesús y una señal de continuidad con la Iglesia apostólica de Jerusalén; es también un señal de nuestra unidad unos con los otros.

El compartir puede tomar muchas formas. Existe el compartir radical de la Iglesia apostólica donde nadie queda en la indigencia. Existe el compartir la carga, luchas, dolores y sufrimientos de unos a otros. Existe el compartir alegrías y éxitos, bendiciones y curaciones. Existe también el compartir dones y compresiones mutuas a pesar de nuestra situación de separación, y en consecuencia un determinado “intercambio ecuménico de los dones”. Este generoso compartir es una consecuencia práctica de nuestra asiduidad a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión fraterna; es fruto de nuestra oración por la unidad de los cristianos.





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