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miércoles, 13 de julio de 2011

MISIÓN CONTINENTAL. Respira Evangelio

La fuerza de tu testimonio debe ayudarte a superar cualquier respeto humano; el "qué dirán" que tantas energías resta a tu vida de apóstol. El testimonio es fruto de la valentía apostólica que necesitas para "anunciar el evangelio con ocasión y sin ella". Quien ha sido "agarrado por el Evangelio" en la totalidad de su vida, respira evangelio en todo lo que dice y lo que hace. No queda rincón en su vida sin iluminar por su estrecha unión con el Señor. Incluso en momentos difíciles, percibirás que "tienes que obedecer a Dios antes que a los hombres". El respeto que toda persona te merece hará que no seas impositivo e intolerante, que tu testimonio no sea arrogante, pero nunca te debe retraer de ofertar a los demás "lo que has visto y oído, lo que tus propias manos han tocado del Verbo de la Vida". Piensa que tu propia experiencia de Dios y de su salvación es un medio privilegiado por el que el Señor quiere llegar a los demás. No tengas miedo a compartirla. Estás diciendo con sencillez y alegría "lo que el Señor ha hecho contigo". Sentirás que "la palabra se ha vuelto en ti como un fuego devorador; intentarás sofocarla, pero no podrás" incluso en los momentos en los que, desanimado, hayas llegado a decirte a ti mismo: "no pensaré más en Él; no hablaré más en su nombre".


1 comentario:

  1. Pues de cierto es Jose, lo que bien dices. Quien ha sido agarrdo por el evangelio, respira evangelio.
    Se ve muy claro en esas personas que se entregan a Dios en cualquier estado de su vida; soltero, casado, religioso... Hablas con ellas y notas algo especial. Ese algo es que viven el Evangelio, es decir: siguen el camino de la Salvación.
    Me ha encantado tu reflexión. Me gustaría "Respirar Evangelio"

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