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jueves, 1 de marzo de 2012

CITA CON EL PERDÓN. ¿Remiendo o creación?

La palabra de Dios no se limita a revelar al hombre su pecado (Natán y David). La palabra de Dios se hace "carne" y viene a buscar al pecador. Dios no se contenta con iluminar al pecador; con hacerle caer en la cuenta de su culpa, sino que se hace promotor del encuentro para regalarle el perdón.
Se ha observado que los enfermos son llevados a Cristo. Pero los pecadores va él a buscarlos. Va a su encuentro. Se sienta a la mesa de ellos con grave escándalo de los "puros".
Cristo no habla a los pecadores con generalidades. Ni habla del pecado con fórmulas abstractas. El es médico y no se ocupa de las enfermedades de modo genérico. Se ocupa y se preocupa de cada uno de los aquejados por el mal del pecado. Se acerca a los pecadores de uno a uno: La samaritana, Zaqueo, la adúltera, María de Magdala, el ladrón, Pedro.....) Se recuperan a través de la relación personal, directa, hecha de comprensión confianza, discreción.
Hemos olvidado que el pecado, más que un acto, es una orientación equivocada de nuestra vida. Ahora bien, Cristo, más que quitar el pecado del hombre -como quitar una mancha del vestido- quita al hombre del pecado. O sea, saca al hombre del camino equivocado y lo coloca en una perspectiva completamente opuesta.
El perdón es un cambio de dirección. Es posibilidad de vida nueva. Es cambio de ruta. Es creación,  es novedad.
Es un principio, no una tachadura.
El perdón es un acto de creación, no una simpre "reparación de daños".
Pecar no es infringir una ley, sino malgastar, derrochar, arruinar algo de verdad profundo, virgen, frágil.
Pero con la gracia no sucede como con el delito.
Porque el pecado es obra del hombre..
La gracia por el contrario es obra de Dios-hombre. De Dios en el hombre.
Pecado son los desastres que nosotros preparamos.
Gracia es la sonrisa de la benevolencia de Dios que toma por la mano a la criatura "desfigurada" y la rehace.
Gracia es creación, no reparación.
Así pues ser perdonados significa ser rehechos, reconstruidos. Cristo se inclina hacia mí, no se limita a curarme las heridas y quizá después, cojeando, pueda proseguir el camino.
No. no me siento mejorado.
Me encuentro "nuevo" joven, íntegro, inocente.
Y advierto que estoy caminando con él pero por otro camino.
Extracto. El Acoso de Dios. Alessandro Pronzato. 1º jueves de cuaresma.

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