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martes, 24 de abril de 2012

MISIÓN CONTINENTAL. Corazón inquieto

Puedes ahogar la inquietud e insatisfacción; pasar de ellas. Muchas veces tendrás esa tentación. Pero, desde ellas, puedes mantenerte en una constante actitud de búsqueda. Un gran hombre y gran santo, Agustín de Hipona, expresó sus más íntimos anhelos con una descripción memorable: "nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón anda inquieto hasta que descanse en ti". La inquietud del corazón es llamada fuerte a la felicidad. Nos reclama, haciendo que no tengamos hartura. Siempre buscamos ser felices, incluso cuando erramos el camino. El ansia de felicidad se resiste a darse por vencida. La compartes con todos los hombres y mujeres a quienes encuentras en tu tarea evangelizadora. Reclamo del corazón que es puerta abierta al evangelio. El corazón es la vida entera que se resiste a ser encerrada en el sinsentido y el absurdo. La respuesta que tú vives y ofreces no es ajena a la pregunta que constantemente aflora en el corazón humano, a veces de forma violenta. Cuando evangelizas no superpones respuestas a un corazón sin preguntas. No te vaya a pasar lo que a aquel mono distraído y aburrido a quien el autor del poster que lo representaba le hacía decir en el escrito: "ahora que me sé la respuesta, se me olvidó la pregunta".

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