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viernes, 24 de mayo de 2013

ESPÍRITU SANTO ORFEBRE DE LA SANTIDAD

El Espíritu Santo, orfebre de la santidad
José Martínez Colín
 
 
1)  Para saber
Con ocasión de la fiesta de Pentecostés, el Papa Francisco nos ha recordado que el Espíritu Santo es la fuente inagotable de la vida de Dios en nosotros.
El hombre es como un viajero que, atravesando los desiertos de la vida, tiene sed de un agua viva y fresca, capaz de saciar su deseo profundo de luz, de amor, de vida plena y bella, de belleza y de paz. Jesús nos dona esta agua viva: es el Espíritu Santo. Por ello se le considera el artífice de nuestra santidad.
 
2) Para pensar
 
Al considerar nuestra flaqueza y nuestros defectos, podría aparecer el desánimo y la desesperanza. Sin embargo, es el Espíritu Santo quien con su ayuda y su gracia nos va transformando. Un cuento nos puede ayudar a comprenderlo.
Se cuenta que hace mucho tiempo, había un rey que poseía un anillo con un diamante muy valioso, uno de los más grandes y perfectos del mundo. Lo había heredado de sus antepasados. Pero un día su hija se lo pidió para verlo a la luz del sol. El rey se lo prestó con cierto recelo, pues nunca se desprendía de él. La princesa niña subió a lo alto de una torre y ahí se lo puso, pero al quedarle grande se le deslizó y cayó desde una gran altura hasta el foso lleno de piedras duras. Inmediatamente pidió a sus sirvientes que lo buscaran. Por fin, se encontró, pero con la desgracia de que el diamante tenía un arañazo. Lo llevaron al mejor de los joyeros para que lo corrigiera, pero era imposible. Si lo cortaban reduciría considerablemente su peso y su valor.
Cuando parecía que no tenía remedio, su doncella ofreció llevarlo con su padre que era un orfebre muy hábil. La princesa confió y se lo encargó. Después de algunos días, el orfebre volvió y se lo mostró al Rey, quien quedó gratamente sorprendido al descubrir tallada una bella rosa. El arañazo anterior se había vuelto el tallo de una bella flor. Ahora incluso valía más el diamante al tener grabada una hermosa imagen. El rey se lo agradeció a su hija y entusiasmado preguntó de quien había aprendido tal arte. El orfebre respondió: “Es el Espíritu Santo, el orfebre de la vida. Siempre está con nosotros, transformando, por su misericordia y poder, nuestros feos arañazos en algo bello”.
 
3) Para vivir
 
Es verdad que el Espíritu Santo, con su gracia, especialmente en los Sacramentos, nos va transformando. Por eso, al recibir la Eucaristía o al confesarnos, hemos de hacerlo con afán de recomenzar nuestra lucha. Basta nuestra verdadera contrición, para que Él transforme esos feos arañazos en bellas flores.
Jesús ha venido a darnos esta "agua viva" que es el Espíritu Santo, para que nuestra vida sea guiada, animada y nutrida por Dios.
El cristiano ha de ser una persona que piensa y actúa según el Espíritu Santo. El Papa nos pregunta: ¿Actuamos según Dios? o ¿nos dejamos guiar por tantas otras cosas que no son precisamente Dios? Cada uno de nosotros debe responder a esto en su corazón.
San Josemaría Escrivá nos recuerda y anima a vivir con esta actitud: “Rectificar. –Cada día un poco. –Esta es tu labor constante si de veras quieres hacerte santo.” (Camino n. 290).
Dejémonos guiar por el Espíritu Santo, dejemos que nos hable al corazón, que nos diga que Dios es amor, que Él es Padre y nos ama como verdadero papá.
 
Colaboración de Ricardo de Jesús Sánchez. Muchas gracias.

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