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martes, 3 de junio de 2014

¿VEMOS LAS COSAS COMO DIOS?

El Don de Sabiduría
Pbro. José Martínez Colín

1) Para saber

Dentro de sus intervenciones referidas a los dones del Espíritu Santo, el Papa Francisco habló recientemente del Don de Sabiduría. Nos aclaró que no se trata de la sabiduría humana, que es fruto del conocimiento o de la experiencia y por la que vemos las cosas según nuestro gusto, con amor o con odio, con envidia. Por eso necesitamos de este don que nos permite poder ver las situaciones, los problemas, con los ojos de Dios, a sentir con el corazón de Dios.
La persona que tiene este don no es que tenga una respuesta para cada cosa, sino que sabe cuándo una cosa es de Dios y cuándo no es de Dios.

2) Para pensar

Suele decirse, y con razón, que sabe más una viejecita no muy instruida, pero con fe, que un gran científico que no cree en Dios. Ello es así porque la viejecita conoce las verdades más fundamentales sobre la realidad, mientras que el científico tiene sólo una parte del saber y no el más importante. Saber que hay un solo Dios, que es nuestro Padre y que espera nuestra correspondencia a su amor para ser felices en la vida eterna: saber estas verdades está muy por encima de otros conocimientos.
A ello se refería nuestro Señor Jesucristo cuando exclamaba: “Te doy gracias, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla” (Mt 11,25).
Es un conocimiento más íntimo y profundo de Dios y sus misterios. Así como sólo conoceremos verdaderamente el sabor de una fruta al comerla, así sólo conoceremos las cosas de Dios, a partir de nuestra unión con Él.
Cuando alguien muestra cierto aburrimiento ante las cosas de Dios, es posible que necesite esforzarse por acercarse más a Él: confesarse y comulgar con más frecuencia. Se puede observar cómo las personas que más luchan por acercarse a Dios, son las que más disfrutan de las cosas relativas a Él. Si fomentemos nuestra unión con Dios, Él nos dará ese gusto por las cosas divinas.
Pensemos cómo es nuestro gusto por las cosas divinas, para saber cuánto nos falta acercarnos a Dios.

3) Para vivir

El corazón del hombre sabio tiene el gusto y el sabor de Dios. Podemos escucharlo o podemos no escucharlo. Dice el Papa Francisco que si escuchamos al Espíritu Santo, Él nos enseña a ver con los ojos de Dios, escuchar con las orejas de Dios, amar con el corazón de Dios, juzgar las cosas con el juicio de Dios. Este don surge de la intimidad con Dios, de la relación íntima que tenemos con Dios.
Decía el Papa que esa sabiduría se palpa cuando una madre le reconviene dulcemente y explica con paciencia a su hijo el por qué su proceder no fue correcto. O cuando el esposo y la esposa se pelean y no se miran o si se miran lo hacen con el ceño fruncido... pero deciden hacer las paces y vuelven a empezar de nuevo en paz… Eso es el don de la sabiduría.
Con esta sabiduría, finalizaba el Papa, vamos adelante, construimos la familia, construimos la Iglesia, y todos nos santificamos. Y pidámosle este don a la Virgen, quien es la Sede de la Sabiduría.

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