El mensaje que vives y anuncias se llama
evangelio, que significa buena noticia, noticia alegre. Es una noticia buena y
alegre, porque abre horizontes y señala metas a tu vida y a la de los demás. ¿No
te ocurre, a veces, que no encuentras sentido a tu vida? ¿No tienes momentos en
los que te parece que todo es oscuro dentro de ti mismo y a tu alrededor? Te
sientes grande y pequeño al mismo tiempo; descubres tus momentos de gloria y de
miseria. Puedes llegar a pensar que eres una pura contradicción. Te preocupa el
sentido de tu ser, de tu trabajo, de tu amor, de tu familia, de la sociedad en
la que vives... Un qué y un para qué muchas veces claro, pero en ocasiones, ¡un
tormento!. Es que, pensándolo bien, cada hombre y cada mujer somos un misterio.
A lo largo de tu existencia, encontrarás a mucha gente que prefieren "aparcarlo"
para arrancarle a la vida las pequeñas felicidades que les permitan "ir
tirando". Pero, dentro, queda un corazón inquieto e insatisfecho. La alegría del
evangelio arraiga en la hondura de la vida. Es la "alegría seria" que no pasa
por encima de las dificultades y limitaciones. Las asume y las
transforma.
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