martes, 20 de julio de 2010

LA RELEVANCIA DEL PAPA EN LA IGLESIA (12)


Nos entregó a modo de herencia del Jubileo la Carta Apostólica “Novo Millennio Ineunte” (El Nuevo Milenio que Comienza) en la que nos indica un proyecto de vida, que no es otro que su propio proyecto de santidad. Nos advierte que sin santidad no hay programa, por muy pastoral que sea, que pueda cumplirse. Y para vivir la santidad nos propone “Contemplar el Rostro de Cristo”, en la Oración, en la Eucaristía, en la Reconciliación, Con la Gracia, en la Escucha y el Anuncio de la Palabra. (Volveremos después a este momento)

Sufrió toda clase de contradicciones: atentados, rechazos, críticas, burlas. Enfermedad tras enfermedad, fue desgastando su vida a la vista del mundo y esa debilidad, reflejada en sus enfermedades y en su ancianidad, se convirtió en bandera de triunfo y de fortaleza contra los que no encuentran sentido al sufrimiento. Para los que querían su renuncia tuvo estas palabras: “Sólo si Cristo se hubiera bajado de la Cruz, yo tendría derecho a renunciar”

Dio hasta el final la Catequesis del dolor redentor. Miramos la Realidad de un Papa postrado, la Iluminación de sus últimos días de silencio elocuente, de su rostro y su mirada que seguían gritando: ¡No tengáis miedo! Abrid, abrid las puertas a Cristo!

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