La alegría serena de tu mirada al final,
habitúa a tus ojos a mirar al presente de una manera nueva. El Resucitado no
sólo te espera, te acompaña. Con tu tarea de evangelizador no sólo apuntas hacia
el "todavía no" de la plenitud por llegar, te comprometes a realizar un "ya" que
se vaya acercando progresiva y dinámicamente a la plenitud esperada. La
esperanza que te alegra no es un achaque para despreocuparte de la historia que
te duele. En ella tienes una nueva fuerza de compromiso de salvación. El
evangelizador no es un cantor de promesas ajenas a la historia en la que vive.
Educado en la "historia de la salvación" descubre que la promesa del Dios en
quien cree trabaja la historia desde dentro. Y, como creyente, se sabe
instrumento de realizaciones históricas -personales, sociales, políticas,
económicas, laborales...- en las que la promesa comienza ya a cumplirse. Y tiene
también la fuerza para oponerse a todos los frenazos y retrocesos con que los
hombres sembramos la marcha de la historia hacia delante. La pobreza, la
marginación, la injusticia, la violencia, las guerras... le duelen al
evangelizador en lo más hondo de su esperanza. La fuerza para la lucha te viene
de "la esperanza que no defrauda" y la alegría que te sostiene la aprendes de
los que "esperaron contra toda esperanza", porque tenían en Dios su
confianza.
Que hermoso todo lo que define al: "Evangelizador". Para reflexionar...
ResponderEliminarEs precioso, a esto le llamo yo EVANGELIZACION. Feliz año de la Fe Josefina. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
ResponderEliminarhttp://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/