Vigilia de Pentecostés... a la espera.... como en el Cenaculum... esperando el viento, el fuego.... junto a María. Solo que aquí en casa... en el silencio o semisilencio... con la voz intercalada de Helena que se resiste a dormir.... Recuerdo aquellos tiempos en los que podíamos asistir a la Parroquia y permanecer en la Vigilia, con esa penumbra y aquellos cantos... en silencio, oración... percibiendo la cercanía del Espíritu... recordando las palabras de Jesús.... permanezcan... permanezcan... ya llega el Consolador... ya viene el Defensor.... esperen juntos.... y María al centro en espera... En ese recuerdo armonioso de la paz del Espíritu me sostengo hoy.... porque cada año Pentecostés llega... cada vez que rezo el tercer misterio glorioso una emoción recorre el interior del corazón.... todo se hace realidad... se acaba el miedo.... brilla la luz.... el gozo es pleno...¿Quién puede entenderlo? ¿Quién alcanza a penetrar ese gran misterio?
Hoy una amiga querida desde sus angustias y sus preocupaciones se despidió así de mi en un correo: ¡Qué el soplo del Espíritu Santo nos aferre a las Tres Personas en Una! El soplo del Espíritu es tan fuerte que abre ventanas, abre nuestras almas y al mismo tiempo es tan poderoso que nos aferra a la Trinidad. Así que también, aquí, en mi pequeña vigilia solitaria te digo amigo lector:
¡Qué el soplo del Espíritu Santo nos aferre a las Tres Personas en Una!
Amiga: qué consoladoras tus palabras y que actuales!! Es cierto, yo recuerdo cuando nos reuníamos los jóvenes y hacíamos vigilia en la capilla, hacíamos dinámicas, juegos, compartíamos con todos... luego encender la llama, la espera. Ahora todo ha cambiado, pero no nuestro interior. Muchas gracias por compartir partecitas de tu vida con nosotros!!! un saludo en Cristo!!
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