Pero no confundas la alegría con la ingenuidad. Como evangelizador no puedes ser ingenuo. Ni tu tarea consiste nunca en dar recetas, como si la alegría la distribuyeras con fórmulas mágicas. Y, ¡cuidado! que también del evangelio puedes hacer un recetario. En el evangelio no encontrarás fórmulas mágicas, ni una respuesta hecha para cada pregunta formulada. Jesús y el evangelio son la respuesta a la gran pregunta de la vida, pero no ponen en tus manos las respuestas hechas para cada una de las cuestiones que la vida nos plantea hoy. Continúas siendo un buscador; confiado, pero buscador. Por eso, no confundas tu alegría con un optimismo ingenuo frente a los problemas personales y sociales. Nunca intentes ser alegre a base de repetirte: "ojos que no ven, corazón que no siente". Tu alegría sería la de los ingenuos. Y la evangelización te pide sencillez, no ingenuidad. Descubre un desafío en las ofertas de felicidad que encuentras a tu alrededor. Ellas te están indicando la pasta de la que está hecho el corazón humano y te estimulan a buscar en el evangelio "el agua que salta hasta la vida eterna".
Tienes un premio en mi blog en gratitud por este blog evangelizador. http://pequesypecas.blogspot.com.es/p/pasando-el-testigo-directorio-de-blogs.html
ResponderEliminarUN abrazo.