Tu alegría debe también modelar tu estilo.
¿Recuerdas aquel dicho: "un santo triste es un triste santo"? Aplícatelo y no
seas un triste evangelizador. ¡Que no puedes llevar una buena noticia asi, como
si nada! No eres un pregonero a sueldo, encargado de soltar una retahila,
aprendida de memoria. Te has jugado la vida y la has ganado. ¿Dónde está el
entusiasmo? ¿No te debe salir la alegría por los cuatro costados? Además, has
ganado tu vida, dándola, y "hay más alegría en dar que en recibir". En el
evangelio encuentras un programa de "dicha". El Señor las llamó
"bienaventuranzas"; y son eso: las "dichas" del creyente. Extrañas dichas, es
verdad; pero su revelación a los sencillos llenaron de alegría el corazón de
Cristo. Tu estilo de evangelizador debe proclamar que "quien busca la vida la
pierde y quien la pierde la encuentra en plenitud". No te busques a ti mismo. No
te llenes de cosas. No vayas por la vida hambreando que la gente te recompense.
Como evangelizador no eres un "buscador de recompensas". Dios no ha puesto un
precio a la conversión de nadie, para recompensar tu esfuerzo o tu pericia. Lo
que cuenta es sólo la alegría del Padre por un pecador que se convierte. La
alegría del Padre es la tuya. Por eso sabes que tu lugar de evangelización está
allí donde hay más lejanía y olvido de Dios. Comparte la alegría del Padre por
el hijo que vuelve, y, con tu trabajo en los ambientes más difíciles y lejanos,
ayuda su vuelta. Si lo haces con sencillez, tu alegría de evangelizador se verá
colmada. El amor y la alegría del Padre son la fuerza más grande para tu salida
misionera.
Gracias josefina, por evangelizar con amor y cariño como lo hace. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
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