Hace tiempo en mi parroquia hubo un vicario venido de otro país, aunque mexicano de origen, que traía algunas ideas extrañas... Una de esas "ideas" era que invitaba a estar de pie en la Consagración, "porque éramos dignos de estar de pie delante del Señor, y no había porque "humillarse" poniéndose de rodillas".... Como siempre sucede, hubo a quienes sus ideas nos parecieron extrañas, y aunque insistía en ellas, no las aceptamos y otros que las acogieron con gusto. Hasta la fecha vemos a sus "discípulos" permanecer de pie en la Consagración.
Luego, la realidad de este padre se impuso y dio al traste con muchas cosas, incluyéndolo a él, porque no pudo sostenerse ni como vicario ni como sacerdote. Una triste historia.
Hoy encontré una noticia que nos confirma que cuando se vive en la Iglesia y se acata su realidad sagrada, no tenemos temor a los errores, porque la obediencia nos protege:
El experto en liturgia y arte sacro, Mons. Marco Agostini, aseguró que arrodillarse en la Misa es una buena manera de vencer la idolatría pues es una respuesta del hombre a la "epifanía de Cristo".
Mons. Agostini, oficial de la segunda sección de la secretaría de Estado y uno de los maestros de ceremonia pontificios, escribió en el diario L'Osservatore Romano, que los hermosos pisos de muchas iglesias antiguas fueron "hechos para las rodillas de los fieles" como una "alfombra perenne de las piedras" para la oración y la humildad.
"Hoy los reclinatorios han desaparecido de muchas iglesias y se tiende a remover las balaustradas a las que uno se podía acercar a la comunión de rodillas". "Sin embargo en el Nuevo Testamento el gesto de arrodillarse se presenta cada vez que a un hombre se le presenta la divinidad de Cristo: se piense por ejemplo en los Magos, el ciego de nacimiento, la unción de Betania, la Magdalena en el jardín la mañana de Pascua".
El experto recuerda que "Jesús mismo dijo a Satanás, que le quería imponer una genuflexión equivocada, que sólo a Dios se debe doblar la rodilla. Satanás pide todavía hoy que se escoja entre Dios o el poder, Dios o la riqueza, y trata todavía más profundamente. Pero así no se dará gloria a Dios de ninguna manera; las rodillas se doblarán para aquellos que el poder les ha favorecido, para aquellos a los cuales se tiene el corazón unido a través de un acto".
"Volver a arrodillarse en la Misa es un buen ejercicio de entrenamiento para vencer la idolatría en la vida, además de ser uno de los modos de ‘actuosa participatio’ de los que habla el último Concilio. "hoy arrodillarse –especialmente sobre el piso– ha caído en desuso. Tanto es así que suscita sorpresa el deseo de Benedicto XVI de dar la comunión a los fieles en la boca y de rodillas".
"Pero más que de una novedad, se trata de un retorno a la tradición.
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