Hoy, presidió la Misa Fray J. Luis, un sacerdote joven pero lleno de energía y muy fiel al Magisterio. Habla fuerte y claro y no me refiero al tono de voz sino a lo que dice y cómo lo dice. Nos preguntaba si somos discípulos del Señor, y que de serlo, tomabamos la cruz y lo seguíamos. No había vuelta de hoja. O somos muchedumbre o somos discípulos.....¿quedó claro?... nos preguntó.
Como ya dije en otro post, a la Misa de 9:00 a.m., asisitimos casi siempre las mismas personas, y que, a fuerza de vernos y de tomar siempre los mismos lugares, ya nos conocemos, aunque no sepamos los nombres de todos, pero, nos saludamos al entrar, nos damos las paz, y nos despedimos. Así cada domingo.
Nosotros nos acomodamos invariablemente en la última banca del lado derecho, muy cerca de la puerta, por aquello de que Helena se ponga nerviosa, poder salir rápidamente. Y sin nada que vaya de por medio, cada quien respetamos los lugares de los otros. En la banca inmediata de adelante, se pone un matrimonio: un señor tranquilo y relajado, que sonríe siempre, su esposa una señora que desde el principio demostró una atención especial a Helena, la saludaba siempre con la mano y con una sonrisa. Un domingo, Helena le regaló una medallita de la "Medalla Milagrosa", inmediatamente la abrió y se la colgó al cuello, volteó a verla para que viera que se la había puesto y le dio las gracias. Un detalle muy lindo, porque entendía que eso era importante para Helena.
El domingo pasado llegó solo su esposo a Misa, y se sentó en un lugar de las bancas de en medio, no en la que acostumbra.... Hoy, estaba en el lugar de siempre, otra vez solo, llegó su hijo y se sentó junto a él. Así pasó toda la Misa... nos dimos la paz etc. al terminar, antes de salir, una señora mayor se le acercó y le pregunto algo que no oí, pero lo escuché a él decir con la voz ronca y entrecortada: "falleció".... al mismo tiempo que me veía y los ojos se le llenaron de lágrimas... entonces me atreví a preguntarle si era su esposa la que había fallecido y dijo que sí.... lo abrazamos los tres, y lloramos también, fue una triste, muy triste sorpresa. Su hijo nos explicó que ella padecía de diabetes e hipertensión y que siempre estaba controlada pero había tenido una descompensación, fue hospitalizada y no pudo salir de la crisis........
Una lágrima se evapora, una flor sobre la tumba se marchita, más una oración por el alma la recoge Dios. Descanse en paz, buena señora.
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