Momento privilegiado de tu inmersión en el misterio de Jesucristo es tu vida sacramental. Los sacramentos son encuentros vivos y reales con el Señor Resucitado. Como discípulo misionero, te dan "identidad" y "familiaridad" con Aquel cuya Buena Noticia transmites.
Es bueno que como discípulo misionero te sientas incomodo con la rutina, la falta de seriedad, la poca o nula motivación que percibes en el conjunto de la vida sacramental. Es un signo de tu real aprecio de lo que significan los Sacramentos.
Pero sería desastroso, si una mala o regular práctica sacramental en tu entorno, te llevara a apreciar poco o, incluso, a abandonar la vida sacramental. Estarías cortando el camino de tu inmersión en el misterio de Cristo. Tu vida de fe, como adhesión personal al Señor, tiene en los sacramentos un momento privilegiado de acogida de la gracia.
Ni como discípulo ni como misionero puedes permitirte el lujo de no acoger estas "mediaciones humanas" en las que el Señor te sale realmente al encuentro. Si tu vida sacramental es floja, ten por seguro que se resentirá en lo más hondo tu identidad de discípulo y tu tarea de msionero.
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