miércoles, 28 de noviembre de 2012

MISIÓN CONTINENTAL. Fuego devorador


Vive y anuncia la alegría de la salvación. Jesús te da la seguridad de que es posible. Él lo ha hecho posible para ti y para todos. Él está contigo y con todos, siempre. Él nos conduce y nos lleva. No es un recuerdo del pasado. Está vivo y presente. Sin Él no podemos hacer nada. Su presencia nos sostiene. En ti, Él continúa evangelizando. Como evangelizador, no lo imitas; lo prolongas, haciéndolo presente. Él te ha llamado, porque quiere que lo hagas contemporáneo a los hombres y mujeres de nuestra tierra y de nuestra época. Si Él está contigo, ¿quién estará contra ti? Así se lo preguntaba San Pablo y sentía que nada ni nadie lo podría apartar del amor de Dios. Esa fuerza interior irresistible le hizo vencer todas las dificultades de la evangelización. Cuenta tú también con ellas. No todo te va a resultar de color de rosa. Te llegarán momentos en que creas que no merece la pena complicarse, que bastante tienes con lo tuyo para preocuparte también de los demás. Escucha esta confesión de un gran profeta, Jeremías: "La palabra del Señor se ha convertido para mí en constante motivo de burla e irrisión. Yo me decía: 'no pensaré más en él, no hablaré más en su nombre'. Pero era dentro de mí como un fuego devorador encerrado en mis huesos; me esforzaba en contenerlo, pero no podía" (20,8-9). Ya ves, no eres el primero en sentir que la gente se ríe y se burla de ti, cuando tú estás poniendo tu mejor buena voluntad. Pero tampoco eres el primero en encontrar el motivo más hondo para seguir evangelizando: "tus palabras son mi delicia y la alegría de mi corazón, porque he sido consagrado a tu nombre, Señor, Dios todopoderoso" (15,16).

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