*111* Si quiero hacer las delicias de Jesús debo ser tan fiel en las cosas pequeñas. Como mi santita querida Teresita del Niño de Jesús, no debo negarle ningún sacrificio, por pequeño o costoso que sea.
*112* Mi vida tiene que ser una constante inmolación, de alma sobre todo, aunque también de corazón y de cuerpo. Enséñame, divino Maestro a no inquietarme, a vivir, momento por momento, amorosamente en ti.
*113* Señor sé que no hay fecundidad sin dolor. Me entrego a todos los dolores del espíritu y del cuerpo que tú quieras mandarme, pero no te los pido expresamente, quiero solamente lo que tú quieras, ya que midiendo mis fuerzas, me los darás conforme a ellas.
*114* Cuando ni el trabajo, ni la fatiga, ni las contrariedades, ni las penas, ni las alegrías apartaban mi espíritu y mi corazón de ti Señor, ¡qué templada sentía mi alma! El sufrimiento pierde entonces su amargura.
*115* Bajo la bandera de Cristo, todo es paz (no esa paz que no inquieta, sino esa otra paz que dijo Jesús, «guerra vine a traer al mundo», esto es, guerra contra las pasiones y malas inclinaciones), pero en paz; todo es obediencia pronta y sencilla, todo es reverencia y amor, caridad con el prójimo, humildad y sumisión. Bajo esta bandera de Jesús quiero estar, Madre mía. Jesús: que sea siempre uno de los que militan bajo tu bandera.
*116* Para militar siempre baja la bandera de mi divino Capitán, pediré intensamente la gracia de la discreción de espíritus: saber elegir el bien y desechar el mal, en cualquier forma que se presente, aun so-pretexto de bien.
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