*117* Caridad tierna y activa. Ah sí, mi divino maestro, yo quiero imitarte en esto; en la vida religiosa se ofrecen mil ocasiones.
*118* La caridad con el prójimo, me parece que en cierto sentido es la que valora nuestra caridad hacia Dios, pues a Dios por sí solo, es relativamente fácil amarlo, pero si este amor a la vez que se ejercita en actos de puro amor a él, se aquilata en el amor al prójimo, con el disimulo de sus faltas y rarezas, con nuestras atenciones a él en todas sus necesidades, con nuestro gracioso sonreír a su encuentro, con nuestras continuas peticiones por su bien, con nuestro bien hablar de su persona, con nuestro afecto maternal en fin; entonces si es perfecto nuestro amor a Dios.
*119* Dame Señor, que practique la caridad, como tú mismo la practicaste; enséñame a infundirla en todos mis hijos. Y ten en cuenta que, lo que siempre te pida para mí, es también para ellos pues son carne de mi carne y huesos de mis huesos, y no quiero nada para mí, que no sea también para ellos.
*120* Que hermosas son las almas alegres! Las que ocultando sus mismas angustias, las que bebiéndose en silencio sus propias lágrimas, se prodigan a los demás con ternuras exquisitas, divinas, inefables
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