Formarse de manera continua y perseverante exige un esfuerzo. Normalmente nos gusta más ser convocados para hacer cosas que para preparnos. Pero una buena preparación es la mejor garantía para poder hacer algo que valga la pena y tenga profundidad.
Como creyente necesitas formar tu fe. Es imposible que te arregles durante toda tu vida con lo que aprendiste para hacer tu Primera Comunión. Tu crecimiento como persona te exige tu crecimiento como creyente.
Como discípulo misionero, debes entender tu formación como un "acto de justicia" con relación a las personas que te diriges.
Una fe no formada produce rechazo y desconcierto y es, con frecuencia, causa de desinterés y de ironía. La sospecha de infantilismo y de desfase que mucha gente tiene respecto a la verdad de la fe, procede, a veces, de una mala presentación por parte de los discípulos misioneros. No es para asustarte, sino para qu ahondes el deseo sincero de ser un discípulo misionero con una fe permanentemente formada.
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