Del Padre Fortea me gusta que en su blog lo mismo escribe sobre problemas mundiales, que sobre su vida diaria, que sobre cosas que le causan risa... es muy agradable. El sábado escribió sobre lo que le pasa en su vida diaria pero profundamente relacionado con un tema que a todos nos inquieta. Los buenos sacerdotes.
"Llevo cerca de dos semanas sustituyendo en Daganzo, una localidad de nueve mil almas. El párroco es el típico presbítero responsable, orante, ortodoxo y cuidadoso del bien de sus ovejas. ¿Y en qué se ve eso? Se ve en mil detalles, pero uno de esos detalles es que me siento en el confesonario cada día, y cada día hay muchas confesiones. Esas cosas no suceden por casualidad. Esas cosas suceden porque se llevan años de labor. Años de labor en ese mismo confesionario.
Yo que en verano y Semana Santa hago muchas sustituciones, puedo dar fe de la diferencia que hay de una parroquia a otra. Un sacerdote cambia su parroquia. Un sacerdote construye. El buen sacerdote construye en silencio, día a día, sin interrupción. El bien no hace ruido. El ruido no hace bien.
Sea dicho de paso, el confesionario de Daganzo es el más incómodo que me he encontrado en muchos años. Al menos hay luz para leer en él." P. Fortea.
Ayer domingo fuimos a misa con un Padre que no conocemos, ... El Evangelio quedó bien envuelto en cuentitos japoneses y le dio tantas vueltas que no quedó nada en claro. Cuando veo eso, pienso que tal vez, el Padre no confía lo suficiente en el poder del Evangelio y lo adorna con cuentos paganos para que tenga más efecto. Había un sabio hindú..... había en el bosque un pajarito... existió un rey que..... sacados de ppts... del correo electrónico.....pero si estoy en Misa a mi me gusta el Evangelio, las parábolas tienen un sentido profundo en el que Dios siempre es el protagonista, no el sabio, ni el pajarito, ni el reyecito..... Luego los avisos, aunque muy importantes, fueron declamados con mucha parsimonia por lo que se fue alargando y alargando la misa... afortunadamente Helena estuvo tranquila, aunque ya para finalizar tuvimos que irnos un poco aprisa.. es decir, salir sin cortapisas y .......con antojo de sushi, por aquello del cuentito japonés.
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