El testimonio llevó a Jesús hasta la muerte: "siendo hijo, aprendió lo que significa obedecer". La voluntad del Padre es la pasión del testigo. Como hizo con Jesús, el Padre te quiere para entregarte a los demás. Tu vida es un regalo que Dios hace a los hombres, porque los continúa queriendo apasionadamente. Especialmente a quienes, a través de toda la historia, fueron los destinatarios privilegiados de su amor: los pobres. Jesús fue enviado de manera preferente a los pobres y pecadores, a los que estaban lejanos y excluidos. El testimonio de su predilección por ellos causó el escándalo que le acarreó la muerte. No podrás dar testimonio de Jesús, si no colocas en el centro de tu corazón de evangelizador los rostros e historias concretos de los más pobres y marginados, de los excluidos de la sociedad. El mensaje que llevas entre manos les pertenece de manera privilegiada. Con tu estilo evangelizador se lo debes devolver. Tú mismo sabes que sólo en la medida en que experimentas y vives tu propia pobreza eres acogedor sencillo y transmisor fiel de la salvación. Que no te asuste tu pobreza. Alégrate de no saber otra cosa que Cristo crucificado. Tendrás entonces la sabiduría de Dios que tantas veces desconcierta.
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