Porque eres hijo, eres hermano. A veces, te gustaría ser hijo único. Todo sería para ti. Pero tu Padre tiene tantos hijos como habitantes ha tenido, tiene y tendrá el mundo. A decir verdad, nuestro Padre tiene un Hijo único: Jesús. Pero, en Jesús, todos estamos llamados a ser hijos del mismo Padre. Fíjate, la verdad más sencilla de tu fe es la llamada más fuerte a la fraternidad. No tienes que buscar motivaciones prestadas para vivir como hermano. Invoca a Dios como Padre y habrá cambiado de raíz tu relación con todos los hombres. Esa es la Buena Noticia que anuncias cuando predicas el evangelio. La cuestión es el nivel en el que vives la filiación y la fraternidad. Si las vives como un añadido a tu ser hombre o mujer, "harás" de hijo y hermano en algunas ocasiones de tu vida, pero no "serás" hijo y hermano. El gran don que te ofrece el Señor es el de "ser" no simplemente el de "hacer". "Ser en Cristo Jesús" (eso es la vida cristiana) significa para ti "ser hijo de Dios-Padre" y "ser hermano de todos los hombres". Así de sencillo y así de extraordinario. Por eso, todo lo que tienes que hacer es "amar a Dios con todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo".
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