A veces te sentirás molesto, por la incoherencia entre tu fe y tu vida. Es una tentación para abandonar el discípulado y la misión. Pero en vez de eso, puede ser una llamada a profundizar tu fe.
Cuando examines tu fe no te quedes mirando las exigencias, mira más adentro, encuentra en tu interior tu apertura a Dios y experimenta que "sólo Él basta" y pídele al Espíritu que confieses con tu vida a Dios como Padre y a Jesús como Señor y tu fe se vivificará en el amor.
No separes nunca lo que Dios ha querido unir para siempre: tu fe y tu vida.
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