*147* Fiel eres Señor, en tus promesas, y tú me has dicho: Ten confianza, nada temas, Confío en ti, si dulcísimo Jesús, confío en ti.
*148* De esta confianza debe brotar, abierta, sincera, ingenua, la seráfica alegría santa de los hijos de Dios.
*149* Sé que el Señor me perdona y me ha perdonado siempre; sé que mientras con su misericordia, por su misericordia, él me conceda confiar y confiar contra toda esperanza, no podrá hacer nada en mi contra. La confianza, como él mismo lo ha dicho, le ata las manos.
*150* Oh dulcísima confianza! ¿Cómo es que muchas almas no saben confiar? Enséñalas, Jesús. ¿Qué hacemos, mientras no confiamos en ti? ¿Qué tenemos si tú no nos lo das? Te lo pido de una manera especial para los hijos que me has dado, y para cuantos ama mi corazón. Y ¡ama tanto! Y ¡a tantos! Ama a todo el Cuerpo Místico tuyo, ama también los millones innumerables de paganos.
*151* Dame Señor que inculque en todos mis hijos este espíritu de abandono y filial sumisión en tus manos: que no nos angustiemos por el mañana, que todo lo dejemos confiados en tu Corazón adorable. Sagrado Corazón de Jesús en ti confío.
*152* Al esconderme dulcísimo Jesús en tus amorosos brazos; al confiar inmensamente en ti, al cerrar los ojos al provenir que parece obscuro y borrascoso, me escondo, me refugio, me abandono con la Obra que me has confiado. A ti más que a mí, te interesa porque es fruto de tu amor, se consumó en la unión de voluntades, de afectos; en la unión de nuestras vidas.
*153* En mis caídas, mi refugio habitual eran, mi dulce Madre de los cielos, que me prodigaba sin cesar sus ternuras y sus caricias, y Jesús sacramentado, en cuyo divino Corazón abría el mío de par en par, con todas sus faltas, sus angustias y sus combates; confiando en ellos únicamente, ya que no podía contar, en absoluto con ninguna criatura.
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