Del Folleto Adoración Eucarística y Maternidad Espiritual para la Santificación de los Sacerdotes. (Congregación del Clero)
Miércoles 8 de Julio
5
Fuimos al pequeño pueblo de Lu en el Norte de Italia, una localidad que cuenta con pocos miles de habitantes y que se encuentra en una región rural a 90 km. al este de de Turín. Este pequeño pueblo hubiera quedado desconocido si en 1881 algunas madres de familia no hubieran tomado una decisión que tuvo ‘grandes repercusiones’.
Muchas de estas madres tenían en el corazón el deseo de ver a uno de sus hijos ordenarse sacerdote o una de sus hijas comprometerse totalmente al servicio del Señor. Comenzaron pues a reunirse todos los martes para la adoración del Santísimo Sacramento, bajo la guía de su párroco, Monseñor Alessandro Canora, y a rezar por las vocaciones. Todos los primeros domingos del mes recibían la comunión con esta intención. Después de la Misa, todas las madres rezaban juntas para pedir vocaciones sacerdotales.
Gracias a la oración llena de confianza de estas madres y a la apertura de corazón de estos padres, las familias vivían en un clima de paz, serenidad y devoción alegre, que permitió a sus hijos discernir con mayor facilidad su llamada.
Cuando el Señor dijo: “Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos” (Mt 22,14) hay que comprenderlo de este modo: muchos serán llamados, pero poco responderán. Nadie hubiera pensado que el Señor atendería tan abundantemente la oración de estas madres.
De este pequeño pueblo surgieron 323 vocaciones a la vida consagrada (¡trescientas veintitrés!): 152 sacerdotes (y religiosos) y 171 religiosas miembros de 41 congregaciones. En algunas familias había hasta tres o cuatro vocaciones. El ejemplo más conocido es la familia Rinaldi. El Señor llamó a siete hijos de esta familia. Dos hijas se consagraron como religiosas salesianas y enviadas a San Domingo, fueron valientes pioneras y misioneras. Entre los varones, cinco fueron sacerdotes salesianos.
El más conocido de los cinco hermanos, Filippo Rinaldi, fue el tercer sucesor de don Bosco, beatificado por Juan Pablo II el 29 de abril de 1990. De hecho, muchos jóvenes entraron con los salesianos. No es una casualidad, porque don Bosco en su vida fue cuatro veces a Lu. El santo participó en la primera Misa de Filippo Rinaldi, su hijo espiritual, en su pueblo natal. A Filippo le gustaba mucho recordar la fe de las familias de Lu: “Una fe que hacía decir a nuestros padres: el Señor nos donó hijos y si Él los llama, nosotros ciertamente no podemos decir que no!”.
Luigi Borghina y Pietro Rota vivieron la espiritualidad de don Bosco de modo tan fiel que fueron llamados uno “el don Bosco de Brasil” y el otro “el don Bosco de la Valtellina”. También Mons. Evasio Colli, Arzobispo de Parma, provenía de Lu (Alessandria). De él dijo Juan XXIII: “Él tendría que haber sido Papa, y no yo. Poseía todo para llegar a ser un gran Papa”.
Cada 10 años, todos los sacerdotes y las religiosas que todavía estaban vivos, se reunían en su pueblo de origen llegando desde todo el mundo. Padre Mario Meda, que fue por muchos años párroco de Lu, dice cómo este encuentro era en realidad una verdadera fiesta, una fiesta de agradecimiento a Dios por haber hecho grandes cosas en Lu.
La oración que las madres de familia recitaban en Lu era breve, simple y profunda:
“¡Señor, haz que uno de mis hijos llegue a ser sacerdote!
Yo misma quiero vivir como buena cristiana
y quiero conducir a mis hijos hacia el bien para obtener la gracia
de poder ofrecerte, Señor, un sacerdote santo. Amén”.
Muchas de estas madres tenían en el corazón el deseo de ver a uno de sus hijos ordenarse sacerdote o una de sus hijas comprometerse totalmente al servicio del Señor. Comenzaron pues a reunirse todos los martes para la adoración del Santísimo Sacramento, bajo la guía de su párroco, Monseñor Alessandro Canora, y a rezar por las vocaciones. Todos los primeros domingos del mes recibían la comunión con esta intención. Después de la Misa, todas las madres rezaban juntas para pedir vocaciones sacerdotales.
Gracias a la oración llena de confianza de estas madres y a la apertura de corazón de estos padres, las familias vivían en un clima de paz, serenidad y devoción alegre, que permitió a sus hijos discernir con mayor facilidad su llamada.
Cuando el Señor dijo: “Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos” (Mt 22,14) hay que comprenderlo de este modo: muchos serán llamados, pero poco responderán. Nadie hubiera pensado que el Señor atendería tan abundantemente la oración de estas madres.
De este pequeño pueblo surgieron 323 vocaciones a la vida consagrada (¡trescientas veintitrés!): 152 sacerdotes (y religiosos) y 171 religiosas miembros de 41 congregaciones. En algunas familias había hasta tres o cuatro vocaciones. El ejemplo más conocido es la familia Rinaldi. El Señor llamó a siete hijos de esta familia. Dos hijas se consagraron como religiosas salesianas y enviadas a San Domingo, fueron valientes pioneras y misioneras. Entre los varones, cinco fueron sacerdotes salesianos.
El más conocido de los cinco hermanos, Filippo Rinaldi, fue el tercer sucesor de don Bosco, beatificado por Juan Pablo II el 29 de abril de 1990. De hecho, muchos jóvenes entraron con los salesianos. No es una casualidad, porque don Bosco en su vida fue cuatro veces a Lu. El santo participó en la primera Misa de Filippo Rinaldi, su hijo espiritual, en su pueblo natal. A Filippo le gustaba mucho recordar la fe de las familias de Lu: “Una fe que hacía decir a nuestros padres: el Señor nos donó hijos y si Él los llama, nosotros ciertamente no podemos decir que no!”.
Luigi Borghina y Pietro Rota vivieron la espiritualidad de don Bosco de modo tan fiel que fueron llamados uno “el don Bosco de Brasil” y el otro “el don Bosco de la Valtellina”. También Mons. Evasio Colli, Arzobispo de Parma, provenía de Lu (Alessandria). De él dijo Juan XXIII: “Él tendría que haber sido Papa, y no yo. Poseía todo para llegar a ser un gran Papa”.
Cada 10 años, todos los sacerdotes y las religiosas que todavía estaban vivos, se reunían en su pueblo de origen llegando desde todo el mundo. Padre Mario Meda, que fue por muchos años párroco de Lu, dice cómo este encuentro era en realidad una verdadera fiesta, una fiesta de agradecimiento a Dios por haber hecho grandes cosas en Lu.
La oración que las madres de familia recitaban en Lu era breve, simple y profunda:
“¡Señor, haz que uno de mis hijos llegue a ser sacerdote!
Yo misma quiero vivir como buena cristiana
y quiero conducir a mis hijos hacia el bien para obtener la gracia
de poder ofrecerte, Señor, un sacerdote santo. Amén”.
Foto: Esta foto es única en la historia de la Iglesia católica. Desde el 1 al 4 de septiembre de 1946 una gran parte de los 323 sacerdotes, religiosos y religiosas provenientes de Lu se encontraron en su pueblo. Este encuentro tuvo resonancia en todo el mundo.
Hermoso artículo, no cabe duda que unidos en oración, Dios responde con estas maravillas. Ya de por si nos regala un monton de milagros diarios, si nos unimos en oración, podremos lograr mejorar nuestro revoltoso mundo actual.
ResponderEliminarAlma