viernes, 24 de julio de 2009

VOLUNTARIOS DE LA SALUD

Hace ratito platicaba con Beatriz y me comentaba lo decaído que está el Voluntariado en el Hospital General. Sabemos que en verano todas las actividades decaen porque es difícil mantener el ritmo cuando el calor nos afecta tanto, también porque es el tiempo de vacaciones, y también porque ha faltado mas motivación y probablemente formación... Mientras no estemos convencidos de que el ir a visitar enfermos es tomar el lugar de Jesús para que mire con nuestros ojos, hable con nuestra boca y consuele con nuestros sentimientos nos parecerá que es poca cosa lo que hacemos, que otro podrá hacerlo mejor, etc. etc.


Cuando se entra al mundo del enfermo, se tiene que tener una conciencia muy clara de que estamos entrando en terreno sagrado, que tocar el sufrimiento "del otro" es tocar a Cristo. Así lo sentía y lo sabía San Camilo de Lelis, también lo experimentó San Juan de Dios. Entonces nuestro voluntariado se convierte en un acto sublime, irrepetible e insustituible, nadie hará lo que yo deje de hacer. Lo que yo haga y lo que deje de hacer quedrá así hasta la eternidad.


Pero no se trata tan solo de tener una conciencia clara es sobre todo un profundo acto de amor, y como hemos escuchado muchas veces la medida del amor es amar sin medida.


Tal vez, lo único que falta para alimentar nuestro apostolado sea, precisamente lo que acostumbramos pasar por alto, AMAR, pero amar según Cristo, y eso necesita de la oración, de los sacramentos y de la comunidad.


Entonces el examen de conciencia con respecto al Voluntariado tendría que ir en esa línea: ¿cómo ando en oración? ¿cómo vivo la vida sacramental, son frecuentes para mi la Eucaristía y la Reconciliación? y que tanto vivimos y compartimos con los demás voluntarios nuestras inquietudes, deseos y dudas de nuestro apostolado? ¿que tanta formación espiritual, doctrinal y práctica recibo? ¿pienso que la necesito o creo que está demás?


Algo que podría ayudarnos también, es darnos cuenta que no estamos solos, que hay muchos, muchísimos voluntarios en el mundo que comparten con nosotros el amor por los que sufren, y también las dudas y la dificultades de ser fieles.


El dolor y el sufrimiento en este mundo son infinitos, nunca habrá suficientes personas capaces de acompañar al enfermo, por eso, nunca caigamos en la tentación de abandonar nuestro apostolado, al contrario, ir, si bien con esfuerzo, pero con entusiasmo, con amor, con ganas, y no solo eso sino que seamos capaces también de contagiar a otros el deseo de servir al Señor cuidando y acompañando al que sufre.


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