Tú como discípulo y misionero eres obra del Espíritu Santo, Sin Él no tendrías fe, no serías capaz de mostrarte a los demás como creyente. No tendrías valentía, no te atreverías a evangelizar.
Tú puedes ser testigo con tu vida de que en tí se ha cumplido muchas veces la promesa de Jesús cuando dijo: "El Espíritu les sugerirá lo que tienen que decir".
Un discípulo sin la vida del Espíritu es un signo de contradicción.
El Espíritu Santo hace que tengas un amor a la medida de Jesús.
Así "reconocerán todos que son discípulos míos".
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