Bangkok, Siam. - La confesión pública de un mal cristiano salvó la fe de 3000 católicos en una villa siamesa, cuando, durante la guerra, el gobierno trató de forzar la apostasía en masa de los católicos y su conversión a la religión nacional, el budismo.
Tres mil católicos de la subprefectura de San Plai Na, en la provincia de Juthia, fueron alineados en frente de la estación de la policía. A la cabeza del grupo fueron colocados cuatro de los más influyentes ciudadanos. El Inspector de la policía, dirigiéndose a todo el grupo, les intimó a apostatar, después de explicarles que para ser fieles a su patria debían profesar el budismo y no una religión que adoraba a un dios europeo
En confianza de que todos le seguirían, pidió luego a uno de los cuatro que figuraban en primera fila y cuya fe consideraba más débil, que diese el pedido ejemplo de patriotismo adorando a Buda renegando de Cristo.
El hombre replicó: 'Soy un pecador, lo admito. Por años enteros he sido un escándalo para los demás, pero nunca renegaré Cristo'. Y continuó: 'No soy un intelectual, pero en la escuela aprendí que Jesús nació en Palestina y que Palestina está en Asia. Cristo es por lo tanto un asiático; y son los europeos quienes siguen la religión de un asiático, no los asiáticos quienes seguimos la religión de un europeo'.
Estupefacto, el Inspector ordenó que el grupo se disolviera y así terminó abruptamente la reunión. La cristiandad de Ban Na había sido salvada por el hombre que se esperaba la traicionara.
P. Juan B. Lehmann
Pensamiento Católico
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