miércoles, 27 de enero de 2010

NINGÚN TRATADO DE ORACIÓN

Cuando he escuchado, y lo he escuchado mucho, lo he leído y lo han comentado, "no hay que rezar como pericos" repiten las oraciones y rezan el rosario.... eso no tiene validez, no es oración, etc. etc. y yo que me he dado a la tarea de "rezar" según mi propio criterio, porque "entre más vieja más oración" y  "un viejo que no reza es un viejo que no ha aprendido nada de la vida", y siendo así, quiero hacer mi propio comentario sobre lo que ha significado para mi "Rezar" y al rezar me refiero a las oraciones de todos los días, Padrenuestros, Avemarías, Glorias, Rosario tras Rosario, Caminata, Coronilla y todas las devociones que me sé.
Bien, para mi ha sido una cosa tremenda, primero la perseverancia, no dejar un solo día sin rezar. Rezar cuesta, hay que vencer al tiempo, al cansancio, a los pensamientos inútiles, a la TV o a que me estoy cayendo de sueño. Rezar duele, no me puedo acomodar tranquilamente a rezar, nunca encuentro el lugar y el momento adecuados, o me duele un hombro, o me duele la espalda, o siento que me ahogo, y así por el estilo; si hace calor, el rosario se pega o se resbala, si hace frío las manos se ponen moradas. Tengo que sobrellevar las interrupciones que son tan naturales como que soy la mamá de Helena, no importa si es de día o de noche. Y así podría seguir alargando la lista de dificultades para rezar..... Y quiero decir, enérgicamente, que me opongo a los que dicen que rezar es "repetir como perico las oraciones" , maliciosamente preguntaría a los que dicen eso: ¿rezan?

Precisamente, el cansancio, la inestabilidad, el dolor físico, las angustias inventadas o reales, precisamente en ese caldo, la calidez de un Avemaría tras otra, van dando el tono exacto a la oración, es más, pienso que el día que pueda rezar sin todas estas incomodidades entonces le va a faltar mucho a mi oración. He ido descubriendo poco a poco, muy poco a poco, que la oración se hace con todas estas cosas. Un Avemaría me puede llevar al cielo porque estaba tejida con  dolor y mil inquietudes, porque en un Padrenuestro tuve que hacer cien actos de fe para creer que era escuchada. Porque en un Gloria me quedé dormida y tuve que vencerme y volver a empezar; porque la lengua se me pega al paladar y tengo que continuar con el solo pensamiento. Y luego al terminar de rezar, me doy cuenta que todavía quiero rezar más, que me falta un poco más..... y luego, es tan fácil poner el pensamiento en Dios, tan cercano está él que podemos platicar y hasta reír.

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