Dialogó y oró con dirigentes de otras religiones, entabló una amistad tal que a la hora de su muerte las oraciones y la presencia de ellos en su funeral no se hizo esperar.
Celebró el Jubileo que nos llevó al Tercer Milenio y cruzamos la Puerta Santa tomados de su mano. Al ver cruzar a miles de gentes aquella Puerta Santa el Papa reflexiona en la Iglesia Peregrina que vive entre las “persecuciones del mundo y los consuelos de Dios” y se pregunta ¿quién puede valorar las maravillas de la gracia que se han dado en los corazones? Conviene callar y adorar, confiando humildemente en la acción misteriosa de Dios y cantar su amor infinito.
Cumplió con ello, cabalmente, las palabras proféticas del Cardenal Wiszynski, de conducir a la Iglesia hacia el tercer milenio. El mismo Papa comenta en su Testamento: “El Cardenal Stefan Wyszynsk, me dijo: "La tarea del nuevo Papa será introducir a la Iglesia en el Tercer Milenio". No sé si repito exactamente la frase, pero al menos ese era el sentido de lo que sentí entonces. Lo dijo el hombre que ha pasado a la historia como Primado del Milenio. Un gran primado. He sido testigo de su misión, de su entrega total”.Y nosotros reconocemos que el Papa no sólo condujo a la Iglesia sino a la humanidad entera al tercer milenio
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