Hoy como cada domingo, fuimos a Misa de 9 de la mañana, este día ya tuvimos refrigeración prendida, porque ya empieza a calar el calor del verano de Mexicali. Lo bueno es que acaban de instalar un nuevo sistema de bocinas en las columnas laterales con lo que el sonido es mucho más claro. El coro, como siempre estuvo de lujo y los lectores excelentes... con un solo contratiempo, hubo un error y se leyó otra primera lectura, del profeta Zacarías... el fray que presidió fue de lo más discreto, no interrumpió la lectura, ni mucho menos, sino que esperó a quien leería el salmo y le pidió que leyera la lectura que correspondía al día, del primer libro de Reyes, y luego siguiera con el salmo.
Esto me llevó a reflexionar sobre algo que muchos han hecho ya, pero que se volvió vida palpitante en ese momento.... La Iglesia ora con las mismas palabras en cualquier parte del mundo en donde se celebra la Eucaristía, así, en Moscú, o Thailandia, en Argentina o Canadá... las lecturas que llegaron a nuestros oídos fueron las mismas, y resonaron en nuestro interior según el Espíritu nos iluminó a cada uno, desde un rincón a otro del mundo. En todas las lenguas del mundo respondimos al Salmo: "Te alabaré, Señor, eternamente".
La Iglesia es Una... como profesamos en el Credo. El Santo Padre y el cura más sencillo en alguna palapita perdida en la selva predicaron sobre estas lecturas... El profeta Elías resucitando al hijo de la viuda y Jesús resucitando al de la viuda de Naím. ¡Que hermosa es la Iglesia! que maravilla inaudita, solo el Espíritu que sopla en ella puede lograr esta unidad. Dios nos conceda permanecer en ella y amarla más, Dios nos conceda morir en su seno.
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