*121* Sagrado Corazón de Jesús en ti confío! ¡Y confío también en mi dulce Madre del cielo, en mi adorada Morenita en la Señora de mi alma, en la robadora de corazones!
*122* Ya no quiero faltar a mis promesas Jesús mío, quiero ser toda generosidad; toda humildad, toda paciencia, toda mortificación, toda gratitud y toda confianza en tu misericordia. Sí, Jesús, la gratitud y la confianza han tomado asiento en mi corazón y muy lejos están mis pecados de apartarme de ti.
*123* Oh no Señor! Heme aquí, pues me has llamado. Me doy a ti con toda la intensidad de mi alma ¿Para qué exponerte mis deseos? Tú los ves. Ya sé que tú me amas, siento que tienes designios especiales sobre mi alma, confío en ti con inmensa confianza.
*124* Confiar, confiar siempre, confiar por encima de todo; la confianza humilde, cautiva el corazón de Dios. ¡Oh Dios mío! Yo quiero siempre decir, desde lo íntimo de mi alma «Aun cuando me dieses la muerte, en ti esperaría».
*125* Jesús, tú que ves mi corazón y mis deseos, ayúdame. En ti confío
*126* En ese profundo abatimiento, en ese conocimiento íntimo de mi inmensa miseria, que muchas veces por si sola sería capaz de anonadarme hasta la desesperación, nace, se levanta poderoso el sentimiento de inmensa confianza en ese Dios infinito, en cuya hoguera de amor, se evaporan, consumiéndose, como pequeña gota de agua, los fardos de nuestras inquietudes.
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