Vive también la fraternidad con los demás
evangelizadores. No sois simples compañeros de trabajo o colegas de una misma
empresa. Vuestras relaciones no son laborales; son relaciones de hermanos.
Vívelas como una gracia. No midas la tarea común por honores, puestos o
competencias. Reconócete en lo que hacen los demás y abre a los otros lo que tú
haces y el campo donde trabajas. Acostúmbrate a compartir con sencillez y
alegría. Vuestra propia fraternidad es ya un signo de la familia que queréis
construir. Unidos en Cristo, tenéis en común "los trabajos por el evangelio".
Ayuda a los demás con tu entusiasmo y tu disponibilidad. Anima a quien esté en
baja forma; y déjate ayudar cuando lo estés pasando mal. Entre los
evangelizadores, debes experimentar la amistad que crea el seguimiento de Jesús.
Recuerda al grupo de sus discípulos y gózate en la comunión que crea su
presencia. Lo que tú haces es importante, pero también es lo que hacen los
demás. No vayas a confundir tu carisma con tus "manías"; el carisma edifica
siempre la comunión fraterna; las manías" dividen y confrontan.
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