Solamente aquel que ha saboreado hasta el fondo la alegría de sentirse perdonado, descubre la alegría de perdonar.
Quien se siente objeto del amor desmedido de Dios, es capaz a su vez de volcar su amor sobre los otros hasta el gesto del perdón.
Hablando del perdón, nos limitamos muchas veces a subrayar la dificultad, y hasta el heroísmo. Deberíamos sobre todo descubrir en él la belleza y su dimensión de novedad:
EL QUE PERDONA ES UN REVOLUCIONARIO. Es el que no se resigna al estado de las cosas. Que rehúsa a hacer siempre lo mismo. Todos somos repetidores incorregibles. Tú me has hecho esto y yo te hago lo mismo. Tú eres terco y yo permanezco en mis trece. Qué aburridos son estos círculos viciosos de ofensas y reparaciones, nuestras interminables espirales de rencores, agresividades, riñas, animosidades, resentimientos, susceptibilidades......
En un momento dado aparece un individuo que no está dispuesto a ese juego y a sus reglas de pereza e interés.... Un revolucionario. Un valiente que salta por encima de todo el mundo, gritando:
-¡Yo no juego! e introduce en el viejo juego de los mutuos despechos el elemnto-novedad que echa todo a rodar: El perdón.... tú me haces daño. Yo te respondo amándote.
EL PERDÓN ES CREADOR. Quien es capaz de perdonar inventa situaciones nuevas, soluciones inéditas, crea relaciones distintas, tiene imaginación, no se resigna a imitar lo que hacen los demás.
El que perdona es una persona que tiene iniciativas. El rencoroso es un perezoso e indolente, que imita a otros.
Cuando Adán se se escondió tras la cortina de hojas, Dios no se retriró detrás de la suya. Ha dado el primer paso. Adán...¿dónde estas?, Adán ven, ¡no mantengamos esta situación!
Sonreir a quien nos escupa en la cara, ayudar a quien nos dará la espalda: estos son actos libres, creadores.
"Bienaventurdos los artífices de la paz".
EL QUE PERDONA ES UN CONSTRUCTOR. Existe un mundo viejo que se derrumba, porque contiene en sí elementos desintegrantes. Es el mundo del odio, del hastío, de la rendición de cuentas, de las vanidades, de las leccciones que hay que dar, de las injusticias sufridas que hay que reparar, de las ofensas cuidadosamente guardadas en la memoria. El mundo decrépito de la revancha.
El que perdona reconoce que en este mundo viejo, no se puede vivir.
En este mundo nuevo, joven, insólito, tiene razón quien ama de nuevo. En este mundo nuevo vence quien adopta la estragegia de la mansedumbre, quien es fuerte porque sabe perdonar.
En este mundo se respira la libertad, la libertad de sorprender al adversario con una reacción de paz que él no había previsto en absoluto.
Procura no excluir a nadie de tu perdón. Perdona a todos. También a aquella persona que se te hace insoportable, petulante, mezquina. También a aquel que te ha desilusionado profundamente. Y todos aquellos con quienes tendrías que estar descontento. No olvides a nadie. Si dejas a alguno fuera, el espacio se achica dentro. Y el corazón se encoge,
Con uno solo que excluyas tú te colocas automáticamente fuera del "mundo nuevo".
Extracto El Acoso de Dios. Alessandro Pronzato. Cita con el perdón 1º Sábado de cuaresma
El que perdona reconoce que en este mundo viejo, no se puede vivir.
En este mundo nuevo, joven, insólito, tiene razón quien ama de nuevo. En este mundo nuevo vence quien adopta la estragegia de la mansedumbre, quien es fuerte porque sabe perdonar.
En este mundo se respira la libertad, la libertad de sorprender al adversario con una reacción de paz que él no había previsto en absoluto.
Procura no excluir a nadie de tu perdón. Perdona a todos. También a aquella persona que se te hace insoportable, petulante, mezquina. También a aquel que te ha desilusionado profundamente. Y todos aquellos con quienes tendrías que estar descontento. No olvides a nadie. Si dejas a alguno fuera, el espacio se achica dentro. Y el corazón se encoge,
Con uno solo que excluyas tú te colocas automáticamente fuera del "mundo nuevo".
Extracto El Acoso de Dios. Alessandro Pronzato. Cita con el perdón 1º Sábado de cuaresma
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