martes, 6 de marzo de 2012

CITA CON LA CONVERSIÓN. El abusón capaz de moverse

Mas que todos los discursos, la parábola del hijo pródigo expresa el dinamismo de la conversión.
Me limito a subrayar algunos aspectos.
MEJOR UN "ABUSÓN", QUE LOS "QUE TIENEN DERECHO"
La conversión como descubrimiento de la posibilidad de perderse y de la obstinada voluntad de salvación; el antifariseismo como opocision a un derecho adquirido, a una herencia carnal; la simpatía hacia los que son capacer de moverse, aquellos que tiran abajo el techo, que llegan a tocar la orla del manto, que trepan a un árbol, en polémica con el orgullo estático de los que no tienen iniciativas, porque se creen en su derecho. (A. Paoli).
EL SILENCIO DEL PADRE.
Ahí está el hijo que habla, que tiene pretensiones.
El padre no dice ni palabra.
Su silencio es el silencio del amor, respetuoso de la libertad del hijo. Acepta el riesgo de esta libertad. Sin libertad no hay amor. Un doctor de la iglesia, hablando precisamente del hombre en el momento de la creación, le llama "riesgo de Dios".
"Dolorosamente atento porque comienza la gran aventura, que es ambigua, pero sin enojarse por su petición".
Él no puede suplantar la elección del hijo.
Nos preguntamos instintivamente ¿Por qué no le ha detenido? ¿Por qué no le ha dado una buena paliza, en vez de darle la parte del patrimonio que le "correspondía"?
La paternidad verdadera es discreción, es aceptar el riesgo de la libertad.
Y no hay que confundir paternidad con paternalismo. Esto último es una deformidad de la paternidad. Con la intención de proteger, termina sofocando el crecimiento del individuo y bloqueándolo en un estado infantil.
En el contexto del Evangelio, Dios no se presenta como el padre que cierra la puerta par que los hijos no salgan de noche, sino como la luz que ilumina, la brújula misteriosa que orienta al hombre en sus elecciones, que no le abandona en el peligroso ejercicio de la libertad.
El padre no tiene necesidad de marchar visiblemente con el hijo. Va con él de una manera oculta, interior, que más tarde desembocará en la nostalgia.
EL PECADO COMO DERROCHE, COMO DESPILFARRO.
El pródigo es un derrochador. Pierde todo. Tanto el tener como el ser. Los bienes como la identidad. El patrimonio como la dignidad.
Cuando llega hasta el fondo de su despilfarro, puede hacer el inventario de cuanto ha perdido a lo largo del camino hacia el alejamiento.
Ha malgastado todos los bienes
salio de casa como hijo de un rico y se convierte en un porquero.
ha perdido los amigos que ciertamente no faltan en los tiempos del tener y el valer. Ahora no le acoge nadie. Se encuentra en una soledad heladora.
El pecado es este "vacío" total. Esta "pérdida" progresiva y radical que llega hasta la pérdida de la propia identidad.
Cuando se ha perdido todo, es cuando el hombre se da cuenta de la única cosa que le falta.
La conversión comienza en el momento en que uno confiesa que "se muere de hambre". O sea, no puede vivir sin "lo único necesario".
Extracto. El Acoso de Dios. Cita con la Conversión. 2º Martes de Cuaresma

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