CRUZ
*167*
Me he ofrecido Jesús víctima a tu amor. Que sea una verdadera víctima, dulce y afable, que te encante y te deleite. Que ya para mi próxima profesión perpetua, quiero ser una verdadera esposa fiel, viviendo vida oculta en mi corazón contigo y en la cruz; bien sé Dios mío, que no bastan mis propósitos por sinceros y fuertes que sean, si tu gracia no los fecundiza y para que ésta no me falte, que mi oración sea sin interrupción.
*168*
Hay que acostumbrar el alma a ver en todos los sucesos de la vida, (cuando no es pecado), en cuanto nos hiere y nos molesta, la mano de Dios.
*169*
Oh mi dulcísimo Jesús, atormentado por mí, muerto por mí, ¿quién podrá entristecerse y afligirse por las tristezas y penas de este mundo, si te mira a ti en la cruz?
*170*
Graba Señor en mi corazón tus llagas y tu Pasión, porque entonces, tu yugo es suave y tú carga ligera. En espíritu quiero permanecer siempre al pie de la cruz.
*171*
Me dedicaré a estar al pie de la cruz; ahí veo todos juntos, acumulados, los sufrimientos de mi Salvador; y en esos supremos tormentos el máximo del amor. ¿Qué me puede negar el Padre viéndome al pie de la cruz, contemplando los indecibles sufrimientos de su Hijo, a cuyo precio apelo yo?
*172*
Ah que dulce, que consolador, que inefable es el misterio de la Cruz! Cuánto podría decir de lo que ahí mi alma goza, espera, sufre, ofrece. Yo misma quiero enamorarme como en mis mejores tiempos, en que la amaba con pasión de esta bendita cruz, clavándome prácticamente en ella, para agradar a Jesús y María; para alcanzar el grado de gloria que el Señor me tiene preparado, y salvarle todas las almas.
*173*
Oh, cuán conmovedor es contemplar el cuadro de la Pasión y llorar porque la principal causa fueron mis pecados: pero alegrarme también, porque con estos tesoros infinitos puedo comprar muchas almas para el cielo y así hacer efectiva, en muchas almas la Redención.
En todos los pensamientos de Madre Inés se palpa su entrega total a Cristo Crucificado y Rendentor.
ResponderEliminarUnámonos a ella con el mismo afán de conquistar la santidad.