Al sentirte enviado no tengas nostalgia de tiempos pasados, ni compares las cosas de antes con las dificultades de ahora. Ni quieras responder a las situaciones actuales con "respuestas hechas" de tiempos pasados. Como discípulo y misionero debes anhelar que el influjo de Cristo llegue hasta los últimos confines de la tierra.
No te repliegues en el templo, no dejes de preocuparte por el bien común de los pueblos y siempre defiende los principios éticos no negociables, como lo es la vida. Da testimonio con tu vida de que tu fe es valiosa, no confundas a los demás con gustos lejanos a la vida cristiana.
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