La sede en Roma
Desde 1962, la madre María Inés había vislumbrado la necesidad de establecer en el futuro la casa general, en la ciudad de Roma. El desarrollo del instituto exige mayor contacto con la Santa Sede.
Es hasta el 10 de enero de 1969, cuando la Congregación de Religiosos concede la autorización para el traslado de la sede generalicia. El 22 de junio de 1969, la Superiora General comunica al instituto este nuevo paso. Les explica la importancia de estar en el centro de la cristiandad y cerca del Vicario de Cristo, recibiendo las normas que él dicte para la Iglesia. De esta manera la Congregación mantiene una visión más universal de la Iglesia, y su fundadora se dispone a desarrollar las actividades propias de su cargo.
Desde un principio, el cambio resulta muy provechoso. La madre Inés puede dedicarse con más libertad a guiar ese rebaño misionero que tanto ama. Su capacidad de trabajo es asombrosa: visita las diferentes casas para conocer sus necesidades materiales y espirituales; refuerza la formación espiritual, teniendo mucho cuidado de darle un seguimiento; y atiende ya sea de manera personal, o por carta, las diferentes consultas que sus hijas le solicitan.
Muy pronto se gana el cariño y el respeto de los obispos y monseñores, que por asuntos de la curia romana debe visitar. Sus maneras sencillas y su deseo de participar en los trabajos cotidianos, dejan asombradas a las ilustres visitas, que en ocasiones la encuentran trabajando en el jardín, lavando platos en la cocina o sirviendo mesas. Además, es ella la que encabeza las tareas de la vendimia de la uva, el corte de las aceitunas y el envase de tomate en el caluroso verano.
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