Mi querido amigo Alex me pidió que escribiera algo en su "Revista Solidarizando" sobre "mujeres", mujeres de aquí de la localidad y me quedé pensando, conozco muchas mujeres maravillosas, dignos ejemplos de maternidad, feminidad, servicio, es más, pudiera decir que de todas mis amigas podría escribirse no solo un artículo sino un libro y en todas ellas encontraríamos muchas cosas dignas de ser imitadas. Pero me detuve un instante, solo un instante en mi recorrido mental y llegó como una estrellita luminosa mi querida amiga Conchita Servín.
Su cualidad mas notable diría yo fue la mansedumbre, nunca hasta donde yo me acuerdo la vi alterada, enojada, ni siquiera molesta con algo, a todo le buscaba el lado bueno, pensaba bien de todos, a todos les encontaba cualidades.... quizá porque siendo Maestra -por vocación- sabía como intuición buscar en sus alumnos lo mejor de cada uno y así utilizarlo para hacerlos crecer no sólo en cuestiones de instrucción sino para que fueran buenas personas. Nunca la detuvo el ser una maestra del sistema público para poner a Dios en todo lo que hacía. Nunca dejó de dar testimonio de su fe estuviera donde estuviera, y por eso era respetada y consultada por todos, creyentes y ateos.
Otra gran cualidad, que todos los que la conocieron estarán de acuerdo conmigo, fue la caridad, una caridad sin límites. Su vida, su casa, su familia, todo estaba al servicio de la comunidad. Además de su trabajo docente durante toda la semana, los sábados tenía en su casa un centro de catequesis que pertenecía a la Parroquia, su casa estaba reducida a la mínima expresión, lo mínimo que necesitaba para vivir, todo lo demás estaba adaptado para la catequesis, al frente tenía siempre un friso que expresaba el momento litúrgico de la semana, su porche y patio, lleno de sillas, bancas etc. dentro de la casa, lo mismo. Puertas abiertas, siempre, igual que su corazón.
Cada año preparaba niños y niñas a la Primera Comunión, a la Confirmación con un grupo de catequistas y no contenta con eso reunía a los papás, buscaba ayudarlos en sus distintas situaciones familiares y no pocas veces reunió parejas separadas, preparó matrimonios y volvió a la fe a algunos alejados, todo eso lo hacía con una naturalidad, humildad y sencillez que por lo mismo brillaba todavía más. Desde el mes de Noviembre empezaba a preparar a un grupito de niños para la celebración de la Virgen de Guadalupe; como buena maestra los motivaba y entusiasmaba para que aprendieran la representación de las Apariciones Guadalupanas. Esa preparación no sólo consistía en que memorizaran sus diálogos y todo lo que teatralmente fuera necesario sino que además los preparaba espiritualmente. Durante años y años, entre todas las parroquias su Centro fue la mejor de las mejores representaciones guadalupanas. Cuantas veces estuve presente, no hubo una en que más de 600 niños que las presenciaron no guardaran un silencio total, pusieran una atención extrema, y que los adultos, papás, catequistas, sacerdotes no quedaramos profundamente impresionados, muchas veces hasta las lágrimas. Y ella, siempre atrás, escondida, pero al pendiente de todo.
Su casa se transformaba en Capilla antes de que se contruyera la actual y durante mucho tiempo se celebró allí la Misa de domingo. Así podemos imaginar cuanto amaba ella al Señor, no había un sólo día que se guardara para ella. Maestra, Catequista, madre de familia, abuela, amiga y además tenía tiempo para preparar unas comidas riquísimas y siempre para agasajar a sus niños o participar en algún evento de la catequesis o de la Capilla. Todavía sueño con sus quesadillas inigualables, su pozole y menudo, buñuelos etc. Sus "posadas" eran conocidas por todos, los 9 días completos y se llenaba su casa de niños y adultos que rezaban y cantaban y rompían piñatas ....y así podría seguir describiendo todo lo que hacía y cómo lo hacía y me quedaría corta.
Cuando enfermó, ni nos enteramos hasta ya muy avanzada su enfermedad, nunca se quejaba, seguía adelante hasta que no pudo moverse más. De mis últimos recuerdos, tengo una visita que le hice ya estando en cama; siempre con una sonrisa en los labios, platicando, cantando. Algo me dijo que mi corazón dio un salto: "anoche soñé con el Papa Juan Pablo II, no me decía nada pero me hacía señas para que lo siguiera...." Y así fue, a los pocos días lo siguió... al Cielo.
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