El hombre no se preocupa sólo de sí mismo; con más o menos intensidad y compromiso, se ha preocupado también de los demás, y también se preocupa hoy.
Si no se descubren motivos fuertes para ser solidarios, la lucha entre egoísmo y solidaridad caerá siempre del lado del egoísmo.
El discípulo misionero descubre la fuerza solidaria del evangelio que proclama y la conversión al hermano necesitado, y no deja de aportar lo que es específico de su fe. La fraternidad es la entraña misma de la revelación de Jesús: Que Dios es Padre de todos y que la fraternidad universal no es un simple deseo, sino la expresión necesaria de ser hijos que es acogida y vivida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenido(a) a expresar tu opinión. Gracias por tu comentario. Dios te bendiga