Si te sumerges en la vida de la gente, serás compasivo y misericordioso. Aprende el estilo de Dios y manifiéstalo en tu propia vida y en tu tarea de evangelizador. Recuerda que eres mensajero de un Dios, cuyas "delicias es estar en medio de los hombres"; de un Dios que, en los momentos más difíciles del envío, siempre transmitió el ánimo desde la seguridad de su presencia: "Yo estoy contigo"; de un Dios que se llamó Dios-con-nosotros, como si no pudiera definirse a sí mismo sin contar con los hombres. En Jesús, que se llamó "Enmanuel" (Dios-con-nosotros) formamos parte de la definición de Dios. La gente tiene derecho a esperar que, en tu tarea de evangelizador, Dios siga recorriendo los caminos de la misericordia y el perdón. Dios no estará con los hombres, si los evangelizadores nos acurrucamos en nuestros nidos por miedo a la intemperie. Preséntale a él tus miedos, y volverás a escuchar: "no temas, Yo estoy contigo". Verás cómo todo cambia. La intransigencia y la intolerancia no forman parte del equipamiento del evangelizador. Ábrete a un diálogo sincero, que no es renuncia a la verdad, sino propuesta de la misma con una sencillez que convence.
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