*141* Poderoso eres Señor para salvarnos, y sólo tú puedes hacer prosperar tu Obra y santificar a hijos y madre. Sí, Dios mío, en ti confío.
*142* Mi alma está inundada de paz; la confianza segura es su alimento. Sí, todo lo puedo en él que me conforta: pero esta confianza es tan grande y tan dulce, que parece que me quita toda pena, aunque ellas subsistan. Gracias Dios mío.
*143* Pero a mí, en tu inmensa misericordia me has concedido, Dios mío, el que confíe en ti, por encima de toda esperanza, y que, cuánto más obscuro veo el camino, cuánta más dura es la prueba, cuando parece todo perdido, entonces, tú lo sabes, mi recurso habitual es tu divino Corazón, y derramando en él todas mis ansias, mis angustias, mis penas, mis amarguras, descanso amorosamente en tu amor infinito y de él lo espero todo.
*144* Jesús quiero confiar siempre en ti, inmensamente, como tú confiarías si tuvieras un Jesús a quien amar y en quien esperar.
*145* Si dulcísimo Jesús en ti confío: pero déjame que te diga llena de confianza en las horas angustiosas: sálvanos Señor que perecemos. No porque sienta que el fracaso será irremediable, sino solamente, para que veas que, si tu no lo haces todo, si tu no inclinas todos los corazones hacia ti, si tú no lo llenas de tus gracias, si tú no eres el Director, del sostén, el apoyo, todo, estamos seguros fracasará la Obra.
*146* Inflama más y más mi confianza: acreciéntala Jesús mío, hasta lo infinito, quiero confiar con tu mismo Corazón, y lo que quiero para mí, lo quiero para cada uno de mis hijos, presentes y futuros, porque cada uno es parte integrante de mi ser, y todos juntos, te pido formemos el Cristo perfecto.
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