Al entrar a la Iglesia nos topamos con Vicky, mi muy querida amiga, con la que he compartido la fe y el apostolado, un regalito de la Virgen, ella acolitó en la Misa que fue presidida por el P. Pepe. Nos pusimos aventureramente en una banca central y adelante. En cuanto inició el canto de entrada, empecé con el nudo en la garganta... "desde el cielo una hermosa mañana..."
Helena estuvo contenta y atenta toda la Misa, y gocé las lecturas, la homilía, la Eucaristía. Teníamos un largo rato de no poder estar como familia en Misa, hubo un momento en que creí que nos tendríamos que salir, porque Helena se empezó a inquietar pero le pedí a la Virgen que nos dejara quedarnos, y sí, seguimos ahí sin mayor problema. Al terminar, el Padre, como es costumbre, gritó vivas a la Virgen de Guadalupe, a la Iglesia, al Papa y a Cristo Rey... y otra vez, el nudo en la garganta, la emoción y la devoción... aplausos a mi Madre y la rosa que llevábamos nos la bendijo el Padre con agua bendita y salimos rapiditdo porque ya se preparaba la siguiente Misa con mariachi y todo.
Todo el ambiente era festivo, aunque todavía era temprano, los seminaristas por todos lados, los niñitos vestidos de juandieguitos, las niñitas de inditas, que cosa tan linda, pienso que la Virgen de Guadalupe sonríe con ternura al ver la devoción en cada corazón: la inocente de los niños, la fogosa de los jóvenes, la de madres y padres de familia con sus angustias y confianza ilimitada en su poder intercesor, la de los ancianos que esperan ya pronto estar en su regazo.
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