Hoy asistí a la Misa de Acción de Gracias de Chayito Patiño.Catequista. Durante 35 años dio catecismo a los niños de la Parroquia Santa María de Gracia. Año tras año, con alegría, sencillez y humildad preparó a generaciones de niños y jóvenes al Sacramento de la Confirmación. Hoy a su avanzada edad, se despide y le da la estafeta a su compañera de muchos años Blanquita Toledo.
La vida de Chayito no fue fácil, quedó viuda de un virtuoso del violín (según recuerdo), de la Sinfónica de Baja California, perdió un hijo, y cuidó de un nieto con parálisis hasta verlo graduado en la Universidad. Además fue "Catequista". Con frío o calor caminaba desde su casa hasta la Parroquia que no le quedaba tan cerca, participaba en todos los eventos de la Parroquia, y se preocupó por su propia formación estudiando en el Instituo Bíblico de la Diócesis. Recuerdo haber asisitido a su graduación.
En una ocasión cuando también yo participaba en la catequesis parroquial me tocó estar en una de sus clases. Ya saben, niños desparramados alrededor de la catequista, sentados en el suelo, siempre más de lo que es aconsejable, sin embargo, la atención era total, incluyéndome. Explicó algo sobre el Misterio de la Santísima Trinidad, ya no recuerdo bien las palabras que usó pero me percaté entonces y guardé siempre en mi corazón la convicción de que Chayito "vivía lo que enseñaba". Los niños preguntaban y comentaban con ella con confianza porque su trato era cercano, cariñoso y sencillo. Aprendí que no importa que tan difícil sea el tema a tratar, si está en el corazón, llega al corazón. Y quise desde entonces ser como ella.
Hoy la acompañamos a darle gracias a Dios por haberle permitido servirlo en la catequesis. El Padre Juan le pidió que ore e interceda por los catequistas. Fide le dijo un discurso que tuvo que interrumpir por un nudo en la garganta, le dieron la consabida placa de reconocimiento, también un hermoso ramo de rosas rojas, un cuadro del Rostro de Cristo crucificado que inmediatamente besó con reverencia, y los también consabidos recuerditos para repartir. Dio las gracias con la humildad acostumbrada y se dejó abrazar por todos los presentes.
Lo que más nos alegró fue acompañarla en vida, poder abrazarla y agradecerle su perseverancia, su testimonio, su amor.
Bendito sea Dios por Chayito Patiño quien puede estar segura de que las palabras que Jesús dirige a sus apóstoles en el Evangelio, se hacen realidad en su vida: "Alégrense porque sus nombres han sido inscritos en el Cielo".
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