Antes de que Joseph Ratzinger fuera el Papa Benedicto XVI, ya había yo conocido algo de él. Cuando era catequista en mi parroquia, había una señora que nos daba algunas clases sobre doctrina, reflexiones, y ponernos al día en espiritualidad etc. etc. Esta hermosa señora Estelita Yarza de Guzmán, (Que Dios tenga en su Gloria) tuvo a bien en instruirnos sobre el recién estrenado "Nuevo" Catecismo de la Iglesia Católica. Nos dio un curso muy completo, que fue llenando mi corazón de un amor inmenso a la doctrina de la Iglesia. Al ir profundizando en el CEC, se me abrió un panorama inmenso de lo hermosa que es la Iglesia, de la maravilla de su espiritualidad, de la grandeza de la fe, la alegría de la celebración de los Sacramentos, los motivos profundos de creer, celebrar, vivir y orar.
Fue ahí que tuve el primer contacto con este Cardenal, a quien el Santo Padre Juan Pablo II encargó esta magna obra de elaborar el Catecismo. Fui encontrando su pensamiento, su amor a Dios, a la Iglesia... descubrí en escritos aquí y allá sus expresiones y lo que otros expresaban de él. Y creció en mi una admiración muy grande, además de que en varias ocasiones me tocó leer lo que el mismo Santo Padre decía del Cardenal Ratzinger. Su gran amigo.
Después tuve el privilegio de dar un curso sobre el Catecismo de la Iglesia en el que incluí una semblanza "muy pequeña" del Cardenal Ratzinger y en cada ocasión en que fue impartido ese curso, siempre tuve la enorme satisfacción de ver el entusiasmo, admiración y amor que crecía en las catequistas por el Catecismo. Y no pocas veces, mas bien con mucha frecuencia preguntaban por qué no habían tenido a su alcance el Catecismo desde antes y se sentían agradecidas de conocerlo.
El 19 de Abril de 2005, día en que fue electo... me encontraba viendo la televisión a la expectativa de la fumarola del cónclave, y cuando dieron su nombre: Habemus Papam.... Joseph....Cardenal....Ratzinger dí un brinco hasta el techo, lloré de emoción, agradecí al Espíritu Santo por darnos este consuelo tan grande después del dolor tan tremendo de haber visto sufrir tanto y luego perder al tan amado Papa Juan Pablo II.
Había leído sobre él que era muy devoto de San Benito, que sus ejercicios espirituales los vivia en monasterios benedictinos, así que cuando hacían conjeturas de que nombre escogería a mi me vino al la mente "Benedicto" y así fue.
Cuando escucho comentarios como: "le quedó grande la silla" o "no tiene el carisma de Juan Pablo" y comentarios por el estilo, la verdad, la verdad, me enojo. Me doy cuenta que lo que pasa es que no ha habido en tales personas ningún interés genuino de conocer quién es el Papa. Lo espero de gentes que están lejos de la Iglesia y todo les da igual, que critican y cortan parejo. Pero me duele escucharlo de personas que se dicen "comprometidos".
Quisiera invitar a leer sus escritos, su maravillosas Encíclicas, que han admirado a creyentes y no creyentes, a escuchar o leer sus profundas y al mismo tiempo tan sencillas catequesis de las Audiencias de los miércoles, sus palabras en el Angelus de los domingos y su fascinante libro "Jesús de Nazareth" y también a estar al pendiente de su segunda parte. Estoy segura que si se lanzan a esta aventura habrá un amor y respeto muy grande por el Santo Padre Benedicto XVI a quien el Espíritu Santo nos escogió para llevar las riendas de la Iglesia en esta etapa de la historia.
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