La verdad de la fe no es un simple aprendizaje; ni su transmisión un adoctrinamiento. Es una verdad de vida que pide ser respondida por quiénes la recibimos. Tu respuesta como creyente es fundamental. Si ésta no existiera, tú mismo te sentirías incómdo.
Recuerda que el itinerario formativo del seguidor de Cristo hunde sus raíces en la naturaleza dinámica de la persona y en la invitación de Jesús que llama a los suyos por su nombre y lo sigues porque conoces su voz... el seguimiento es una fascinación que reponde al deseo de realización humana y de vida plena.
Un discípulo misionero es "testigo". La formación te ayuda a afianzar tu testimonio; tú mismo necesitas "razones para creer".
¿Te has preguntado alguna vez por la responsabilidad que tienes com discípulo misionero cuando, por tu falta de formación, pretendes que la gente "comulgue con ruedas de molino"? No es para desanimarte; más bien, para que, dándote cuenta de tu responsabilidad, tengas una verdadera pasión por tu formación, como un gran servicio que prestas a aquellos a quienes eres enviado.
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